16 de febrero de 2010

Sonrisas forzadas


Ángel se encontraba sentado junto a mí, agarrando fuertemente mi mano. Aquella habitación era igual de fría que siempre, incluso creo que esta vez lo era más, con aquel olor extraño que impregnaba todo a su alrededor. No me sentía para nada agusto allí, ¿pero qué podía hacer? Estaba atrapada, sin poder saltar de la cama y huir corriendo sin que nada ni nadie me detuviese, era como si algo me tuviera aferrada. Estos últimos días apenas he comido, no tengo hambre. Solo quiero salir de allí y encontrarme de nuevo con Paula y Celia… y Leo… oh! Leo… hacía meses que no sabía nada de él, me gustaría saber que tal estaba, que tal llevaba lo nuestro… pero ahora no tenía tiempo para pensar en él… ni siquiera en mí. Sólo quería salir de allí, pero de momento, debía quedarme. Al menos Ángel estaba junto a mí, a mi lado… como todos y cada uno de los días que yo seguía en el Hospital, no se movió ni para ir a comer, al menos eso creo. Estaba con la cabeza agachada mirando nuestras manos, que ahora se encontraban entrelazadas. De repente, alzó la cabeza y tras mirarme a los ojos, dijo:
-Prométeme que siempre estaremos juntos. – Sus ojos
verdes, esos
que siempre me habían encantado, ahora estaban llenos de soledad.
-Te lo prometo. – Dije brindándole una de las pocas sonrisas que me había visto poner desde las últimas semanas.
-Prométeme que todo esto acabara con una sonrisa en nuestros labios.
-Te lo prometo. – Dije apretando fuertemente su mano, aunque ahora mis fuerzas fueran escasas, puesto que estaba demasiado débil.
-Prométeme que todo esto terminará con un final feliz, sin que tu vida acabe. - Rogó.
-Sabes perfectamente que eso no puedo prometértelo.
Y en ese mismo instante, una lágrima cayó por la pálida mejilla de Ángel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario